"Un Niño muy malcriado"
Han pasado 25 años de aquel drama en el que el norte de mi país, Perú, se vio inmerso por cuestiones climáticas. A más de uno nos afectó. A todos, aunque seguro que de diferente manera, pero creo todos tenemos algún recuerdo de aquellos meses en el que el cielo no dejo de castigarnos día y noche.
El Niño (se refiere al Niño Jesús), es el nombre que los pescadores peruanos le dan al calentamiento de las aguas superficiales del Océano Pacífico que tiende a verificarse cerca de la Navidad. A lo largo de las costas de Perú y Ecuador ellos llamaban así a esta corriente Oceánica cálida que hacia su aparición a fines de año y duraba varios meses. Este fenómeno los sorprendía, ya que solo se manifestaba cada cierto número de años (de 4 a 5 años en promedio). Esto causaba una interrupción en la temporada de pesca que se extendía hasta mayo y a veces junio. A través de los años, el término "El Niño" se ha reservado para estos intervalos excepcionalmente fuertes de aguas cálidas, que no solo altera la vida normal de los pescadores sino que también trae consigo fuertes lluvias y sequías prolongadas.
El Niño 1982/1983, fue uno de los más devastadores junto al de 1997/98 los cuales han dejado una profunda huella no sólo en la vida, sino en las condiciones climáticas a lo largo del mundo entero. El Niño de 1983 afectó a más de 15 países, desde Perú a Indonesia. Sequías en el sur de África, inundaciones en Kenia, Argentina, los Estados Unidos y Australia. Monzones erráticos en el sur de Asia, temperaturas extremas en Japón. En nuestro país el Niño del 83 afectó la vida social, económica, política y otros campos de las actividades humanas. Las ciudades de Piura, Sullana, Talara, Tumbes y otras de la región, no solamente se vieron afectadas en la parte interna sobre todo por la pérdida de viviendas y demás bienes, sino que también el abastecimiento de alimentos creó grandes problemas en la población, debido a la destrucción de la infraestructura vial que hizo imposible el traslado de mercancías de otros lugares.
En Perú los daños ocasionados por El Niño 1982/83 fueron tremendos. En general los más afectados fueron los pequeños agricultores, quienes no sólo perdieron sus sembríos sino también sus viviendas además de sus animales domésticos.
Daños ocasionados por El Niño de 1983 (*)
- 1 millón 330 mil personas afectadas.
- 120 mil hectáreas afectadas o inundadas.
- 2 millones 600 mil cabezas de ganado sacrificado por sequía.
- 2 mil 600 km. de carreteras destruidas o afectadas.
- 122 km. de calles destruidas.
- 56 km. de alcantarillas.
Total de pérdidas directas: 900 millones de dólares norteamericanos aproximadamente.
Pesca: La menor captura resultante por la migración o profundización de especies de aguas frías (anchoveta principalmente) significó una caída de 29.7 % en el PBI. Ello equivale a una pérdidas del orden de 39 millones de dólares. Los daños en infraestructura pesquera ascendieron a 10 millones de dólares.
Industria: Sufrió la más intensa contracción productiva (-18.1% en el PBI industrial) y casi 5 millones de dólares de pérdidas en infraestructura.
Energía: Las pérdidas sectoriales alcanzaron los 185 millones de dólares, principalmente por la destrucción de tramos del oleoducto y su consiguiente paralización.
Transportes: Fue uno de los sectores más golpeados por los desbordes e inundaciones. Los daños incluyen 2,600 km. de carreteras, 47 puentes, y 4 aeropuertos, con un monto aproximado de 200 millones de dólares en pérdidas.
Electricidad: El costo de rehabilitación de plantas y líneas de transmisión se estimó en 133 millones de dólares.
Vivienda: Se contabilizaron 11 mil casas afectadas o destruidas, más 45 sistemas de agua potable y desagüe destruidos. Ello totaliza unos 50 millones de dólares en pérdidas.
Educación: 875 centros educativos afectados por un valor de 6 millones de dólares.
Las pérdidas y daños ocasionados a personas, actividades, ciudades y regiones son una demostración clara de cómo el desconocimiento y ausencia de preparación magnifican enormemente las consecuencias negativas de un fenómeno natural, hasta convertirlos en una verdadera catástrofe de proporciones nacionales.
No puede ser que no seamos conscientes de que este tipo de eventos se producen con cierta periodicidad y cada vez con más intensidad sobre todo en nuestros departamentos del norte. No es posible que no hayamos aprendido nada de la experiencia y que nuestra memoria colectiva siga durmiendo placenteramente esperando a que otro Niño la venga a despertar.
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