No lo sabes pero esto es para ti. Tú que me conoces bien y que eres mi amigo, o eso creo al menos… No ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos. Pero es como si hubiese pasado un milenio con sus tardes y sus noches, con sus silencios…
He contemplado la luna en infinidad de cielos despejados esperando a que tú también la estuvieses admirando en ese preciso momento con aquel color que la hace tan bellamente particular.
He seguido tus pasos, tus paseos, idas y venidas. Tu furiosa búsqueda de bienestar por inhóspitos lugares. El sol que te abrazó por allí, en donde estabas tan sólo, también lo conocí. Intenté acompañarte en toda aquella aventura pero tú decidiste que querías seguir sólo.
He visto el mismo paisaje que tus ojos miraron en aquellas épocas no muy lejanas. He olido la playa, divisado el horizonte y hablado con los mismos que un día te abrigaron. Pregunté por ti pero… ya no estabas. No me esperabas…
Caminé por esos caminos que el sol no dudaba en alumbrar, pisé la arena de aquel mar y respiré el aire de aquellos bosques que solías visitar cuando aún no nos conocíamos. Yo estuve en todos esos sitios y pensé en ti. Desesperada también aguanté las ganas de huir al volver la vista y caer en la cuenta de que no estabas mas allí y que jamás te enterarías de que yo estuve, hasta ahora.
A veces recuerdo cuando dejé de verte y la falta que me hiciste. Aquellas tardes en las que solíamos no hacer nada sólo decirnos lo importante que éramos el uno para el otro. Solía extrañar tu mirada, tu olor, tu sonrisa de persona despreocupada del mundo. Sí, esa mirada furtiva y acusadora, delatora de un sentimiento más propio del resentimiento frente al mundo que de luchador acérrimo.
Algunas de nuestras pláticas también las memoricé; a veces, y por decir y sonar algo diferente, las repito como si fueran únicamente mías, y es que después de todo soy la única que al parecer las recuerda como si en este preciso momento estuvieras repitiéndolas en frente de mí.
Mis manías siguen siendo las mismas aunque he aprendido a controlarlas. Aprendí de las tuyas, de tu forma de hablar, de tu forma de dormir, de tu forma de comer y creo que tú también aprendiste de mí, mi amigo.
Ahora resulta que estoy muy lejos, pero resulta también que siempre lo estuve. No pude llegar a conocer realmente ese corazón tan fuerte que tienes. Un corazón que supo ser fuerte en el momento más importante de tu vida y que nos permitió conocernos aquella noche, aunque es de reconocer que ya el destino, por decisión propia, se había preocupado de juntarnos de una manera curiosa y, porque no decirlo, extravagante.
Resulta que te alejaste de mí, de lo poco o nada que tenía. Resulta que te hiciste humo, que tus ojos no me volvieron a mirar, que ya no me recuerdas. Tu sonrisa no me sonrió más, tus dudas dejaron de ser las mías, tus labios dejaron de llamarme por mi apodo, tus brazos decidieron dejar de abrazarme y te desvaneciste… pero yo, muy a mi pesar, guardé algunos de tus recuerdos.
Y ahora, en la distancia, algunas veces te pienso. Alguna vez deseo que estés mirando la misma luna que ahora y precisamente en este momento yo estoy contemplando, mientras canto alguna de nuestras canciones favoritas o escribo unas líneas como estas. A veces espero me recuerdes… y me sonrías y espero también haya sido buena para ti.
LES
3 Comments:
Simplemente emocionante.
Seguro que esa otra persona también alguna vez habrá mirado atrás y te habrá recordado de nuevo, con o sin luna.
Un beso.
Telgi.
Simplemente emocionante.
Seguro que esa persona habrá mirado atrás y te habrá encontrado de nuevo, con o sin luna.
Telgi
Eso espero, así sabré que nada fue en vano.
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