PROLOGOEs posible llegar a contar los entremanejes inciertos, ocultos y góticos de una vida casual e inusual; porque siempre confesó que lo que tenía no lo merecía aunque jamás puso objeción alguna a recibir lo que la vida gratuita y generosamente le otorgaba como regalo.
Creció en un barrio barato; sus ganas e instintos le hicieron destacarse desde temprana edad. El inconformismo nunca fue su mejor amigo y rodearse de lo mismo le hacía hundirse y catapultarse como el nombre mismo de aquel pueblo del que había salido.
Soñaba con fortunas, con amores, con amigos, con reír y soñar en real. Vivía en sueños que adoptaban forma, contundencia del puro realismo, con sentimientos que se sentían, con deseos que se deseaban, con rencores de odio y con lágrimas que mojaban. Su vida era un sueño y sus sueños... solo sueños. Jamás dejó de anhelar y de perderse por las inmediaciones de alegrías y tormentos alguna que otra vez bien avenidos para curarse en salud y desprenderse de una realidad tan dura como la soledad misma en la que vivía y la frustración que lo acompañó.
Y un día, derrepente, después de haber descubierto el amor y el placer, el cielo se volvió oscuro y sus ganas se desvanecieron. Conoció los placeres y los vicios, se refugió en los viajes siderales, en las anfetaminas y en los humos; porque fue así de sencillo preferir vivir el sueño que soñaba que en la vida que no fue como la soñó.
Y ahí está dispuesto a ser salvado del laberinto de ficción que emana fuertemente de su ser sentido, de su ser vivido y de su ser soñado. Aún con las lágrimas mojadas y con el tiempo en contra ha decidido dejar de soñar para vivir la vida, dejarse acariciar por un buen amor y reinventarse poco a poco hasta sentir, finalmente, lo que es vivir en un mundo del cual decidió huir.
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