Recuerdos
Recuerdo que respiré, no una sino tres veces. Recuerdo que me agaché y coloqué mis posaderas sobre unas frías baldosas color beige natural. Una maleta a un lado, la otra del otro, y yo en medio de ambas. Saqué de mi bolsillo un Kit Kat, el otro lo reservaba para momentos peores, miré a mi alrededor y sentí, de un momento a otro, como cosa de no creer, un repentino desplome de mi cuerpo como si todas esas baldosas clarísimas y abrillantadas me succionaran tragándome, dejando sólo mi armazón como un despojo a punto de desfallecer entre ojos chismosos que miraban por encima de sus hombros a quién es ese momento se sentía la más desgraciada de todos.
Tres días después recuperé la razón. Recordé en la lejanía de mis memorias que aún conocía a alguien que podía socorrerme en medio de la desgracia. Incorporé lo que quedaba de mi masa, de mi elemento casi inanimado. Me procuré dibujar una sonrisa y caminé hacía una cabina telefónica. Fulana! le dije! estoy en Barajas y necesito tu ayuda! Necesito me dejes estar contigo una semana o lo máximo dos! Yo sé que puedo conseguir un trabajo!, y ella, con voz segura y firmeza absoluta me dijo: Cuando tu quieras eres bienvenida!
¡Ay, cuánto deseaba escuchar estas palabras! Cuánto necesitaba de consuelo para mis derrotados sentimientos. ¡Cuánto necesitaba de una mano amiga, un soporte, un apoyo de cualquier tipo! Tomé en mis manos mis petates y enjugué las únicas lágrimas que tuvieron el agrado de salir por eso de que es bueno desahogar las tristezas. Enjugué las últimas dos que vería cualquiera y me prometí a mi misma jamás volver a pisar predios tan bajos como en los que yacía por desiciones mal tomadas.
Mientras tanto el personaje, la persona, el ente sin memoria por la que yo había terminado allí, indigente, rezagada, olvidada ya había decidido olvidarse de mi, ocultarme entre vivencias pasadas, para darse a otra vida, otros amores, otras historias, sin pensar que al dejarme extraviada entre sus memorias egoístas, entre los olvidos más insólitos yo me convertía en otro ser, quizá menos egoísta, menos despiadado, no como él, quizá también más humilde si se puede decir, más consciente de mí misma, de mis deseos y mis capacidades. Más positiva, más humana, más yo.
Les.
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