Tanzania, un lugar más.
Hablando de manchas y de lugares que podrían ser pero que no serán recordé tiempos que si fueron y lugares que sí existieron, personas, amigos, amores, sueños... Hace un momento empecé a hacer la cuenta total de los sitios que si existieron y en los que estuve, por los que he pasado con el siempre y único fin de quedarme. Acabo de terminar de contar y el balance ha sido más positivo que negativo aunque me he cansado de sólo pensarlo.
La mancha del techo puede ser cualquier lugar, ¿verdad? pues entonces podría parecerse a cualquier sitio en donde haya descansado mi sacudido cuerpo, haya intentado olvidar ciertas historias denominadas eternas, con lo cual creo haber perdido mi tiempo, o haya pasado simplemente épocas felices y otras menos buenas.
En fin... la cuenta ha acabado en dieciocho. Han sido dieciocho manchas diferentes unas de otras, dieciocho lugares que se dicen fácil, me he mudado dieciocho veces en ocho años, ¿o han sido más lugares? Ya lamento haber perdido la cuenta... Algunos de estos sitios no quisiera volver a pisar y dejaría aparcados allí personajes no ficticios, que existieron y formaron parte de estas: las que al día de hoy se han convertido en historias eternas que hay que reconocer no estuvieron mal pero han habido mejores. Ahora mirando el techo, masticando el chicle y tratando de escribir algo personal he caído en la cuenta que me he cansado de caminar y cambiar, y cambiar y caminar; pero no suelo hacerme caso a mi misma, y dicho sea de paso, a nadie; así que aún me quedan unos cuantos cambios que hacer, otros techos que mirar y alguna que otra mancha por catalogar.
Con las manchas vienen historias, infinitas, peculiares, podríamos empezar por la mañana tomando un café contando los periplos y llegaría el amanecer sin haber siquiera llegado a la mitad. Infinidad de recuerdos y de experiencias de esas que no desaparecen, que no merman con el tiempo ni se escabullen aún cuando con todas mis ganas las quisiera aniquilar, sacar de mi panorama de recuerdos, de mi background personal, permanecen perennes, son los recuerdos más propios, las palabras dichas a otros, las acciones que hiciera, las promesas que me hicieran y las que hubiera hecho, los corazones rotos de un lado o por el otro, lo no cumplido, lo prometido... tengo alguna que otra historia eterna. Muy a pesar mío he olvidado los detalles y en esos detalles a mucha gente, favores que no pagué. Me fuí dejando muy poco y llevándomelo todo ¡Mea culpa! Lo reconozco...
Les
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