I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

jueves, septiembre 16, 2010

Nuestra relación


Hasta que entendí la palabra “nuestra”, con toda la connotación posible, pasaron casi tres lustros con sus feriados y sus viernes. Años de completa agonía amorosa o, en su defecto, de felicidad absoluta aunque pasajera algunas veces. Al entenderla comprendí sus sinónimos: Lo complicado del asunto, los conceptos mutuos, el idioma de ambos, el lenguaje, por eso era “nuestra”, no de terceros ni de cuartos ni de nadie.

Ya habían pasado esos años y yo comprendido a medida que el “nuestra” de ambos pasado, no sería jamás igual al “nuestra” de ambos de turno ni mucho menos al “nuestra” del que está por venir, espero pronto. Así lo asumí después de terminar ese “nuestra” con Patricio el hombre por el que tuve la azotea ocupada los últimos meses de este interminable año.

Patricio, así se llamaba, o mejor dicho es el nombre con el que vamos a disfrazar su identidad. Este naufrago-pirata que tiene a bien haberse ganado el doble título después de jurarse el Ipad del año, vamos, el último sitio de la combi, la última patada de un cojo con su posturita de a mí me llaman, a mi me buscan, yo voy de tipo duro por la vida. Patricio, el mismo que fue incapaz de soltar un me gusta estar contigo en todo el tiempo que desperdigamos juntos en noches frenéticas de pasión contenida, de desfogue total.

Una noche de esas, mientras frotaba mi brazo como si a punta de tirones estuviera poniendo un preservativo en él, le pregunté:

Tonta: Pirata, ¿Qué somos tu y yo?
Pirata: Bueno, por ahora amigos.
Tonta: pero… ya llevamos tiempo saliendo juntos y la última vez que estuvimos comiendo arroz chaufa en el Cantón y encontramos a tu amigo “el cannabis” me presentaste como tu chica pero realmente nunca…
Pirata: ya pues, es que eres mi chica, ¿o acaso es que quieres ser mi novia?
Tonta: ¿Tú novia? –¡Claro que me encantaría!- osea para nada Pato. ¡Qué dices! Yo no quiero ponerte en compromiso de…
Pirata: ¡Viste cómo estamos de acuerdo! Lo de amigos está perfecto, además yo acabo de terminar una relación de 6 años y la verdad que no me apetece demasiado empezar nada de lo cual no estoy seguro.
Tonta: ¿pero meterte entre mis sábanas a caso no es serio? ¡Porque que yo sepa te veo bien seguro cuando estamos en lo que estamos!

Momento reclamo, se arruinó la noche, el pirata se da media vuelta y fin del romanticismo y de paso de la conversación.

Hace no menos de dos días decidí que ya no quería vivir con un pirata en mi vida, con fulanos de quita y pon, con relaciones efímeras e infantiles, con temerosos al compromiso y con escuetos que no saben darle un nombre a lo que ya de por sí lo tiene. Cogí el teléfono y me llené de valor, pero no contestó. Luego de 15 minutos volví a llenarme de valor y no volvió a contestar. Luego de dos horas estaba hinchada de valor habiendo hecho cerca de 7 llamadas que ahora eran perdidas.

Encima no me contesta, pensé. Encima han pasado ya tres horas y cuarto y sigue sin devolverme la llamada. Luego de seis horas, quieta, triste, agotada mental, sin dudarlo demasiado cogí mi iphone, con quien he iniciado un nuevo romance desde entonces, y borré el número del pirata, sin contemplaciones. Desde ese entonces no le he vuelto a marcar y él no me ha vuelto a llamar tampoco, todo sea dicho.

Ayer, mientras me atiborraba de Nutella y preparaba una cena para una, repasé “nuestra” relación con el pirata. Una “nuestra” que jamás fue perfecta. Perfecta para mí porque para él era estupenda: Cama, cuerpo y sin complicaciones, ¿Qué más se puede pedir? Para mi fue buena pero no llegaba a echar cohetes aún cuando ese chico, piratilla y matón de mares, me gustara demasiado.

Me quedo, pues, deshojando margaritas, con un pirata menos, con media docena de llamadas perdidas y sin ninguna de vuelta, mejor así, jugando con mi Iphone y sus aplicaciones, más aplicadas incluso que el mismísimo Patricio “pirata”, y empezando de nuevo. Otra vez como de costumbre, otra vez como me gusta.

Lessar

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