I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

jueves, mayo 03, 2012

Un mensaje en ninguna botella.

Encendí un cigarro.

Hacía unos días que no encendía un cigarro. Que por qué lo he hecho? Creo que en algún momento de esta tarde-noche que empieza a caer sufrí un pequeño ataque de ansiedad no premeditado. Si, ya sé que en donde estuve fumaba sin parar, sería entonces también porque mientras estaba allí sentía estos momentos absurdos de ansiedad no controlada que me llevaban a  tener algo en las manos. Antes, cuando vivía aquí, a donde he vuelto ahora, cuando afloraban sentimientos incontrolados, algunos intensos otros desconocidos, corría inmediatamente al salón y cogía el ordenador para escribir sin pausa alguna todo lo que a mi mente venía como verborrea incontenible, ese era mi desfogue a tamañas sensaciones. Allá, en donde he dejado mi halo espiritual, no hacía otra cosa que caminar sin parar de un lado al otro del pueblo y sentarme a conversar con cualquiera que me otorgarse una mínima plática que me permitiera olvidar el por qué de la sensación que me ocupaba en ese momento. Como ahora y como en aquel entonces mi corazón empezaba a palpitar de forma tan extraña y desbocada que hacía que cayera en las garras del maldito Malboro. Como antes, ahora, los pensamientos se suceden una y otra vez y no logro controlarlos. 

Confieso, querido amigo, que todo iba bastante bien hasta hoy en que te escribo. Me estaba tomando estos días con mesura y moderación, con absoluto relajo mental, con apaciguamiento; pero no ha sido hasta hoy en que he tenido que abrir mis sobres y cajas más personales, si esas que envíe desde allá con un remitente y un destinatario igual (es decir a mi misma), que no había caído en la cuenta de que estoy muy lejos de donde quería estar y  de donde había puesto el mayor de mis intereses por quedarme. Estaba todo bien! Lo recuerdas? El lugar, el trabajo, los amigos, el mar, el oxígeno, las sonrisas y el sol, ese que no duda en alumbrar como en ningún otro lugar parecido. Había milimetrado cada paso, pensado con tiempo y esmero cada toma de decisiones... y no salió bien. Procuro no llenarme de ira ni mucho menos dejar que la angustia recorra mi cuerpo porque sería aceptar que el sino ha podido conmigo y se ha reído de mi y en mi propia cara.

A alguien escuché decir alguna vez: Si quieres que Dios sonría cuéntale tus planes, y aunque no crea en Dios he de reconocer que aquel dicho es totalmente cierto, que por más que nos empeñemos en hacer hay un algo, que no sé que cojones es, que nos vuelve a una posición en la que no queremos estar y que por más que intentemos huir no hay forma de escapar... escapar del destino, aunque por ahí sigo poniendolo en duda.

Tengo tantos pensamientos en la cabeza que tengo terror a perderme en ellos. Tengo tantos sentimientos encontrados que ya no sé cuales son los correctos o debo dejarme llevar. Mi tesoro personal se ve rebasado, abrumado, repleto por tantas, pero tantas, situaciones no deseadas que me es complicado ubicarme en alguna, aunque quizá la más clara es la que no quiero ver y es que he de deshacer mis pasos para volver a empezar. Si, empezar otra vez, como de costumbre. Confieso que la espalda me duele, y que las piernas empiezan a cansarse y que mi cabeza pide haga un stop mental para seguir funcionando correctamente. Pero, ¿Cómo no agotarse con tanto cambio y exabruptos de último momento? ¿Imposible verdad? He de intentar pues separar el agotamiento de las ganas, descansar los pies de andar para estacionarme, dejar de fumar para... que va! eso nunca, porque sólo de esta manera podré poner las cosas en orden nuevamente a fin de tomar una buena decisión, pero una buena de verdad, ya que a estas alturas no  me valen más intentos fallidos, mejor dicho, mi espíritu esta a punto de hacer un crack importante.

Si, te he mentido, han sido dos los cigarros que me he fumado y el tercero lo tengo entre los dedos mientras te escribo. He debido llamarte, he debido contarte estos pesados pensamientos antes de recurrir al vicio, pero siempre me tachas de que hablo mucho y no quería que tuvieras un argumento más a tu favor para echármelo en cara cuando nos encontremos en un futuro; aunque para serte sincera durante estos días, que me siguen pareciendo eternos, no he sentido la más mínima necesidad de hablar con nadie ni de escucharme ni de encontrarme con nadie. Será porque no quiero que me pregunten el por qué de nada? Yo creo que si, no hay más verdad que esta. No deseo tener que explicar nada, ni me apetece contar batallas que he perdido por decisiones mal tomadas.

Te echo de menos, os echo de menos a todos. Dicen que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde y aunque sé que no os he perdido me siento como tal. Visión negativa por donde se le mire, ya lo sé, y no te rías!

Ya va pasando esta ansiedad, los ojos no se me han nublado, ni la ira ha hecho espacio alguno entre mis sensaciones. Creo, muy a mi pesar, que empiezo a tomarme las desavenencias con deportividad y que en algún momento empezaré a ser yo nuevamente, aunque esta vez, estoy segura, muy segura, que cualquier decisión que he de tomar será con el fin de, por ningún motivo, volver a pasar lo que he pasado estos días. Creo que estoy armando otra vez otra versión de mi misma, un poco diferente a la que fui, y esto porque me resulta cansina ya la actual. Habrá pues que reinventarse para salir nuevamente a las aceras, aquellas que de un tiempo a esta parte me dan miedo pisar, y demostrarle al puñetero destino que conmigo no se juega ni de esta ni de ninguna manera y que soy yo, solamente yo, la que decide; una vez hecho esto he de voltear la página y no volver a mirar atrás. Que te parece?.

Como siempre no te he dejado hablar, pero ya me conoces, perdonarás entonces que no haya preguntado como estás, aunque estoy segura que muy bien, y te imagino diciéndomelo con esa sonrisa tan particular que tienes y que siempre, aún cuando no me lo merecía, has esbozado para mi.

Desde aquí también quería decirte "discúlpame" por no siempre haber estado a la altura de las circunstancias. Prometo la próxima vez dejarte hablar y no dejar que pases malas noches sólo porque aún no esté "clarito".

Qué, bailamos salsa la próxima vez?

Mil gracias.

Una de mis favoritas. Me gusta mucho Aterciopelados pero esta rola la que más de todas.


Y esta porque me recuerda a épocas muy buenas... "y es que tú no estás solo", a qué no?

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1 Comments:

Anonymous Carlos said...

Que buena carta a destinatario desconocido. Me gustó mucho. Sigue escribiendo.

Somos fuerza!

Un no amigo.

3:22 p. m.  

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