Si mi madre levantara la cabeza al día de hoy no
creo que quisiera volver al sitio en donde está, creo más bien que quisiera
quedarse a mi lado de "cháchara" como si de colegas se tratase, fumándose
ese cigarro que dejara por allá por los noventa y empuñando en su mano una
cervecita de las más heladas que hubiera para aplacar su sed. Si mi madre
levantara la cabeza se reiría "a tope" con todas las cosas que tengo
para contarle y que se vienen sucediendo desde su ausencia. No tomaría en serio
nada de lo que le dijera y por el contrario me daría consejos por demás sobre
todas las situaciones y sobre todas las personas. Si, ella sabría que decir y
que hacer en aquellas situaciones en las que yo me he quedado en blanco. Si mi
madre levantara la cabeza se reiría pero sobre todo estaría orgullosa de las
tremendas cosas que me han sucedido estos años y de las cuales he salido bien
librada, con fortuna.
Me caracteriza una línea de la suerte que espero
no se me acabe nunca, mi mano es pequeña pera las líneas que la recorren son
largas y profundas, de eso deben de saber videntes y demás personajes que se
dedican al mundo de lo oculto. Recuerdo que las manos de mi madre eran
iguales... además de venosas y arrugadas como las mías, vaya herencia! Eso, mis
líneas de la mano no me dicen que me pasará en el futuro, es cierto, pero cada
cosa acontecida en mi vida han sido para llevarse las manos a la cabeza y de
abrir los ojos como si se salieran de las órbitas por lo raras e insólitas,
únicas y especiales; como especiales son también la gente que me rodea y que
las viven tan intensamente como yo.
La fortuna no me abandona o como diría mi madre:
tienes un ángel por ahí... Aunque he de confesar que siempre he creído que ese
ángel un día decidió no ayudarme más ni aconsejarme ni un poquito siquiera
porque se dio por vencido y le resultó poco rentable el trabajo de
"consiglieri". Mi madre por el contrario y hasta el final no desistió
y pensó que algún día escucharía sus consejos y les daría buen uso para mi
personal toma de decisiones y tan mal encaminada no estuvo. Fíjense ustedes
ahora es cuando más recuerdo todas las cosas que me dijera en las largas
pláticas que entre 14 mil kilómetros de distancia mantuviésemos los últimos 10
años. Al día de hoy no hay día que no pensara en algunas de sus frasecillas o
me sentara a pensar hacia mis adentros: Qué hubiera hecho mi madre? o Qué
hubiera dicho mi madre? Y hay veces que sin pensarlo siquiera mis respuestas
son las de la Coco llegándome a sorprender yo misma. Lo juro.
Si mi madre levantara la cabeza me echaría un par
de broncas bien merecidas. Ya, cuando sé que voy a meter la pata, le digo: perdóname
esta, no? y acto seguido meto la pata pero bien metida. Pero... qué es la vida
sino una serie de decisiones a veces bien tomadas y normalmente mal tomadas? Mi
madre sabía que no podía ser de otra forma que complicada, rara, a veces
nerviosa, muchas impulsiva. Pero aún así las cosas no me han ido mal, es
más creo que para haber tomado una retahíla de decisiones a la ligera me
ha salido todo bastante bien con lo cual... no me creo que sea tan cabeza loca
como algunos me quieren hacer creer.
El mundo en el que vivo que no es el mismo que el del resto, menos mal dirían algunos y con razón. El mio tiene de todo lo más raro y exagerado que os podéis
imaginar. Excentricidades, gente de aquellas que resultan lejanas, a veces
difíciles, tan extrañas como yo. Los lugares a los que voy son especiales que
no diferentes. Los sueños de otros son mis realidades. Lo que anhelan otros a
mi me importa un pimiento. Mis pensamientos se volatilizan con facilidad y se reemplazan por otros surrealistas. Mis amigos son especiales, los mejores que pude haber
encontrado, pero muy especiales. Raros también. Tengo muchos amores y me
complace amarlos a todos. Mi trabajo... mi trabajo, cualquiera que haya
realizado (os juro que han sido muchos), han sido satisfactorios todos...
menos el de limpiar baños de discoteca -ese podría pasar a la categoría de pesadilla!-.Y
en todo esto, en cada momento vivido estuvo mi madre, ahora ausente,
riéndose conmigo o enfadándose de igual manera. Estuvo jaloneándome de los
pelos, reputeándome a saco o muriéndose de la risa.
Sí, si mi madre levantara la cabeza no querría
volver a donde está, me repetiría como lo hacía en su momento: Y qué hiciste?
Cuéntame! Cuéntame!.. Acto seguido se quedaría pegada al teléfono esperando hasta el último detalle que tuviera que decir, y es que es verdad para chismosa la Coco pero eso sí mucho más yo, y a mucha honra.
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