Experiencia selva peruana: Río Alto Madre de Dios, Shintuya, Manu
¡Che, que pa' eeeeeso!
Y antes de terminar el 2010 estábamos César, Heidy y yo en el lobby del Hotel Río Verde en Piura. Grandes empresas se gestionan en grandes sitios, además este hotel tiene el mejor lobby de la ciudad con diferencia. César tomó una cerveza, yo, un vodka con coca cola y Heidy llegó ya cargada de vino navideño a engañarnos con una cusqueña como es debido.
César: Ya, que hacemos?
Leslie: Ya pues lo dicho, nos vamos a la selva central.
Heidy: no, esa jugada dicen que es peligrosa, hay muchos narcos.
Leslie: No, imposible. Me han dicho que hay que tomar tres autobuses dirección Cerro de Pasco con Junín. Llegamos a Puerto Bermúdez, en esa localidad cuentan que por dinero un vasco que tiene un hospedaje llamado Humbolt te mete en el selva los días que quieras. Hay narcos pero... en toda la selva hay narcos aunque aquí mucho mas..
César: ni cagando, yo no voy!
Heidy: Vamos al Manu.
Leslie: mmm... esa es selva sur... podría ser.
Cesar: o a Iquitos!
Leslie: no me jodan pendejos, no divaguen y decidamos el lugar!
Heidy: y si nos vamos a Panamá?
(los ojos de César se iluminaron)
César: sería la cagada!
Heidy: A las Caimán?
César: Esa huevada seria excelente!
Leslie: ya que nos vamos tan lejos, ya visitamos al primo.
Heidy: Y la selva ¿que?
Leslie: a la selva! las Caimán el próximo año.
César: ya ves como son? me ilusionan!
Leslie: hagamos un sorteo. Pondré tres papeles: uno que diga Manu, otro Iquitos, otro Panamá. ¿de acuerdo?
Leslie: señor! puede ayudarnos sacando un papel de estos tres?... ok... Gracias! Ya está chicos, aquí frente a sus caras abriré el papel que por cierto dice.... Iquitos!
Heidy: Ya pues Iquitos!
César: ya, Iquitos.
10 minutos más tarde.... Todos al unísono: No, son huevadas, vamonos al Manu!!!!!!!!!!!!
Todo sea dicho que nunca ninguna empresa recién iniciada como la nuestra tenía tantas posibilidades de fracasar como en esta ocasión! pero aún así y con todo el ánimo del mundo hacia la selva nos fuimos y felizmente salimos con vida!
De mi país, después de mucho recorrido, puedo decir que lo conozco casi todo. He nadado en sus playas, he caminado sus Andes y hemos hecho supervivencia en la selva, lo que pasa es que Perú es muy grande y tiene zonas muy riesgosas, ya sea por sus huaicos (deslizamientos) o por sus terroristas, sus narcotraficantes así como sus enfermedades tropicales: dengue, malaria, paludismo, etc; con lo cual hay que pensarselo dos veces cuando decides meterte por allí por donde nadie te manda a meterte; pero aún así y aunque todos opinen lo contrario soy de las que piensa que quien no conoce lo suyo poca autoridad tiene para hablar de lo demás, así que a por esa labor me he dado, ha por el trabajo de conocer mi tierra para poder, posteriormente, contarles sus historias.
La selva sur es agreste pero no agresiva. Nosotros, Heidy, César y yo, hemos bajado en días el río Alto Madre de Dios. La idea inicial fue siempre la de construir una canoa desde el Puerto de Atalaya y surcar el río, navegar río abajo hasta el pueblo llamado el Colorado, que le llaman la ruta de El Dorado, en el corazón del Colorado hay más oro de lo que nos podemos siquiera imaginar, allí hasta los niños excavan día a día. Toda esta idea se echó por tierra en cuanto Wander, sabio conocedor de la zona, junto con su amigo Reader, nos advirtió que los ríos estaba crecidos y que el lugar estaba lleno de narcos. Así que quisiéramos o no esa ruta tendríamos que hacerla con un experto del lugar.
Llegamos al Cuzco (2800 msnm). Siempre es reconfortante llegar al Cuzco. Los años en Europa y la inquietud me han llevado a conocer muchos lugares, infinidad de parajes y caminar por diversas calles, ya sea europeas, americanas, africanas y demás; por lo que me siento con la autoridad suficiente para decirles que Cuzco no tiene nada que ver con lo ya conocido. Cuzco es único, es incaico, moderno, es quechua y es español, inglés por conveniencia se podría decir. Cuzco es una ciudad magnífica, sus calles son particulares, su comida singular, su gente con sus ropas como sacados de cualquier rodaje antiquísimo, su fiesta es única, en fin... nosotros siempre hemos iniciado nuestros viajes en esta ciudad porque nos entusiasma, nos gusta y motiva y esta vez no seria diferente. Fiesta en Cuzco y a pocas horas, tres para ser exactos, viaje dirección selva sur.
Primera parada: Pueblo de Colquepata (4000 msnm) todos duermen, menos los que tenemos ganas de hacer pis, las trochas llamadas carreteras, siendo bastante optimistas, no dejan de empujar nuestros cuerpos de un lado y del otro. Arriba y abajo, arriba y abajo, de lado y de lado, ese es nuestro movimiento. César empieza con sus nauseas, Heidy lleva mal la resaca de ayer, yo con ambas cosas a la vez; pero ahí seguimos en nuestro intento de hacer nuestra versión chola de LOST.
La carretera está cortada por los deslizamientos así que rápidamente nuestro conductor opta por la vía larga, iremos directamente a Paucartambo, no pasaremos por las Chulpas o cementerio inca, lo haremos al regreso. Y así continuamos dirección Paucartambo, poblado que en la semana de sus fiestas se bebe el 15 por ciento de la producción mensual de la cerveza Cuzqueña. Bebedores a saco, fiesteros sin control.
De Paucartambo (3800 msnm) continuamos viaje alrededor de cinco horas más. Llegados al Manu, el letrero es sólo el comienzo de lo que será un camino no apto para cardiacos. Llenos de deslizamientos, profundos barrancos y vegetación exhuberante nuestra pequeña camioneta avanza en trochas sin asfaltar con una anchura máximo de un carro. Nuestros ojos hacen el viaje hacia lo más profundo del barranco y muy interiormente pensamos, sin comunicarlo, que de caernos por esos barrancos nadie podría salir vivo. Asi que intentamos mirar hacia otro lado, distrayendo el miedo con conversaciones absurdas y, por qué no, también entretenidas.
Luego de diez interminables horas hemos llegado al pueblo de Pilcopata (1500 msnm), nuestra primera parada. Allí en Pilcopata no hay tantos narcos como antes, pero los hay. Los ronderos nos muestran sus machetes, la policía ronda las calles, mientras nosotros acallamos la sed con unas cervezas que tenemos la osadía de tomar a media noche en plena calle de aquel pueblo abandonado de Dios. Dormimos en Pilcopata y a las seis de la mañana salimos dirección Atalaya. Atalaya es una pequeña comunidad con un embarcadero. Al principio quería construir la balsa que utilizaríamos para navegar el Río Alto Madre de Dios hasta llegar al Colorado, esta idea no tuvo a bien vivir demasiado ya que visto lo visto el río es difícilmente navegable en balsa en época de lluvia, así que nada, en canoa y punto.
Para los días siguientes dormimos en medio de la selva. En improvisados campamentos convertidos en improvisadas discotecas con música brasileira. No teníamos velas ni luz ninguna pero bateria para los altavoces había. Las botellas de pisco peruano corrían por entre nuestras manos, nuestros cuerpos emanaban sudor sin parar, nuestras ropas húmedas atraían todo tipo de bicho desalmado. Ron caliente para amenizar la noche. Miedo para salir a hacer un pis en medio de aquel manto de árboles. Ya alguna culebra tuvo la osadia de asomarse cerca de nuestras casetas.
También tuvimos la oportunidad de dormir en casetas con cama decente. Ver llover desde nuestras casetas fue la fotografía más íntima que ha quedado en nuestra memoria. Todos, sentados, fumando, escuchando la lluvia mas sin poder verla porque para las ocho de la noche aquello es selva, aquello es oscuridad.
En canoa en medio de la selva visitamos Shintuya y demás alrededores del río. Nos dimos cita con monos Capuccino, gallito de las rocas, infinidad de bichos y tarántulas. Durante los días que estuvimos allí nos bañamos en cascadas, en aguas termales, amanecimos esperando a los loros y guacamayos. Recorrimos plantaciones de hojas de coca, nos contamos historias y pusimos el cuerpo al límite, caminamos en medio de la noche entre inmensos árboles, escuchamos los pájaros, nos arrullamos con el sonido del río de la selva, nos mojamos con la lluvia imparable. Gozamos de las cuatro estaciones en menos de una hora, del calor al frío, de las nubes al sol. Tocamos termitas, comimos muchos bichos sin darnos cuenta, nos picaron cien mil más y de esos si que nos enteramos; pero aún con todo, con todas esos detalles a veces desagradables, nos sentimos felices y contentos.
Nunca llegamos a ver a los No Contactados, porque ellos no suelen tener contacto alguno con nadie. La última vez que se les vio fue a través de una avioneta. Cuando te les acercas demasiado disparan flechas sin preguntar sin importarles quien muere o no.
Este fue nuestro viaje. Nuestra experiencia selvática. Al final nos asombramos de nosotros mismos, de nuestra capacidad de aguante, de nuestra peculiar manera de compartir los momentos. Nos asombramos de la belleza de los parajes, de lo peculiar y asombroso que es nuestro Perú.
Les
Hasta otra.
Etiquetas: Manu, río alto madre de Dios. Cuzco
2 Comments:
Lindas fotos, llévame la próxima.
Un saludo y un fuerte abrazo.
MBN
Gracias amix, y cuando quieras ya sabes que este país tiene muchos rincones, todos ellos espectaculares!!
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Gracias por leer este artículo y por dejar tu opinion. Espero vuelvas pronto!!
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