De Gargantas y retos: Cerdeña.
Un creyente. Una persona que cree, no?. Una persona que se empecina.
Con ideas y con creer en esas ideas basta. Con intentarlas basta y con hacerlas te has ganado la satisfacción personal aunque no el reconocimiento; pero eso -el reconocimiento- es lo de menos cuando te has quedado satisfecho tu mismo.
Estoy en Dorgali. Cerdeña. Llevo unos días dando vueltas por la isla en un pequeño Fiat Panda color gris. La ruta la he empezado en Alghero, hacia Capo Caccia, la costa norte. Porto Torres, Castelsardo -que buen pescado al vino tienen en ese pueblo-, bahías, pequeñas costas, viento, un poco de agua, lluvia. A lo largo de Kilómetros he podido llegar a ver la Costa Esmeralda. Algunos "pobres del mundo", actores, actrices, algún emir árabe y un famoso jefe de escudería Renault viven allí, en Portocervo. Dejo Hollywood a la italiana y llego a Olbia, pueblo de centro romántico, callejuelas empedradas, finos restaurantes, un frío del carajo y una lluvia beligerante. A puertas de empezar mi aventura y de hacer una marca personal por satisfacción propia.
Después de ir a Nuoro, un pueblo al interior en donde no hay hoteles y si mucho frío, me dirijo a Dorgali, mi cita de las 9 de la mañana con Gianpiero está pactada desde hace una semana. Después de muchas llamadas he podido concertar un guía, es marzo, no hay gente aún en la isla, el tiempo no ayuda y hay que ir acompañado a determinados lugares por convertirse en inseguros.
Mi cita falla. Gianpiero no aparece. Hago memoria y recuerdo dentro del Fiat Panda el por qué estaba yo allí. Miro las copias de mi libro. Los apuntes que he sacado de Internet desde hacía semanas atrás, miro las fotos que he podido bajar y llevada por el entusiasmo que no por la decepción tomo la determinación de hacerlo sin guía alguno. Compro un mapa de rutas de la zona. Identifico las líneas verdes continuas de las azules, las más fáciles de las complejas y enrumbo hacia Tascali en donde hay que dejar el auto porque luego la ruta hay que hacerla andando.
Cruzar el río entre piedras y comenzar a andar hacía arriba, cuestas, vegetación, ahora cuesta abajo, sigo escuchando el río que sé está a mi izquierda, paredes de roca se pueden apreciar luego de un trayecto largo. Más árboles, calor, frío, sol y nubes. El tiempo acompaña a medias pero no llueve. Dos horas y observo la fotografía de mis hojas. Estoy en la Gola di Gorropu o Garganta de Gorropu.
Desde luego, y como dije antes, no suelo hacer muchas cosas ni empezar seguramente ninguna; pero sé que hay algunas pocas a las que les dejo anidarse en mi cabeza hasta convertirse en obsesiones que finalmente hago realidad y la Gola di Gorropu fue una de ellas. Tarea cumplida y puedo decir que estoy satisfecha. Esta experiencia la he enmarcado en el conjunto de experiencias que valen la pena repetir y, sin duda alguna, compartir con quien quiera escucharlo, como algunas de las que hiciera en su momento: el ascenso al volcán Stromboli en erupción, los saltos desde un avión o bucear en el Mar Rojo.
Hasta la próxima aventura y si alguien quiere apuntarse a la siguiente... bienvenido!
Les
Etiquetas: Cerdeña, gola di gorropu, travesias
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