I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

lunes, febrero 26, 2007

Notas de viaje: Aventura Stromboli






Son las 3 y 45 de la tarde. Acabamos de llegar desde Lípari a Stromboli a través del ferry de la 1 y 30. El cansancio se hace presente ya que para arribar a Messina –puerto desde donde sale el ferry- hay que madrugar y conducir desde Taormina. La ruta la repasamos el día anterior, pero aún tenemos un poco de incertidumbre ya que desconocemos, incluso, un lugar para dormir en aquella pequeña isla. La temporada ya ha terminado, así que somos pocos turistas por la zona.

La isla de Stromboli esta ubicada en el conjunto de islas denominadas Islas Eolias, en el Mar Tirreno. El volcán de Stromboli se eleva 930 metros sobre el nivel de mar y el crujir de la tierra se deja oír tan luego pisas la isla.

Molidos por el cansancio estamos entre quedarnos y descansar un poco las piernas o emprender la subida al volcán. Finalmente nos animamos y nos disponemos a visitar el volcán y sus cráteres que nos llaman a lo lejos. Un guía, unos complementos: calzado, linternas y un poco de comida y para arriba.

La subida es extenuante van pasando las horas y estamos en medio del camino de arena negra. Esto no es un paseo, se convierte en una verdadera “tortura”. Pausa y a comer algo. Pausa y agua. Pausa y foto. Pausa y quiero ir a casa. Luego de 4 horas estamos en la cima y el crujir de la tierra se siente con más fuerza. No es un solo cráter son muchos cráteres. Son las 10 de la noche; hace frío. Foto va, foto viene. ¡Es increíble! El sonido, el fuego, la lava. Un tiempo para asimilar el momento, contemplar la naturaleza. No hay palabras.

Después de una hora, el tiempo se va complicando. Y aunque estamos en octubre el frío allí arriba es apremiante y nos empuja a iniciar el descenso. 200 metros en 25 minutos. Bajamos por una ladera muy inclinada esta vez de arena fina, muy suave en donde el pie se hunde aproximadamente 20 centímetro bajo la superficie. Las piernas están agotadas. Pasamos matorrales, nos ayudamos con las pequeñas linternas colocadas en los cascos color fosforito. Finalmente, y después de 2 horas, divisamos con dificultad las callejuelas del poblado. El hotel está cerca. Es medianoche, estoy hambrienta y sedienta. Pero no hay nada alrededor, todos han desaparecido: El pueblo y sus 500 habitantes han empezado su diario letargo.