I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

viernes, diciembre 03, 2010

De amores y superhéroes


La primera vez que ví a Marianito pasé de largo. La segunda vez que vi a Marianito no escuché ni lo que dijo. La tercera vez que vi a Marianito le esquivé porque no me interesaba. La cuarta vez que vi a Marianito le acepté una "date" para que dejara de insistir y para siempre.

Aquella tarde nos vimos en un bar, cerca de su casa, no hablamos de mucho, la verdad, no hablamos de nada interesante. A mi me gustan las conversaciones divertidas, ese día me gustaba que no dijera nada así no me sentía en el compromiso de responder sobre mi y mi vida, que en ese momento era tan complicada comparándola siempre con la primera vez que me puse unos esquíes e intenté hacer una bajada, pues eso, no quería entrar en detalles de nada así que la cita, si es que le podemos llamar así, fue generosa con ambos, corta y con algún momento simpático.

Semanas después seguí evitando a Marianito. Creo que no me gustaba tanto como para volver a quedar. La verdad, no tengo tipo de chico, si por tener, nunca lo he tenido. Me gustan altos, bajos, esbeltos, no tan esbeltos, rubios, morenos, creo que me gustan más cómo piensan, si son listos y si se puede un poquito cancheros. Actitud.

Una noche, mientras salía a correr, me encontré a Marianito que regresaba de su oficina en donde se dedicaba al mundillo de la farándula y representación artística o algo así, la verdad no presté demasiada atención a sus palabras en aquella parte de la cita que tuviésemos un mes atrás, pero que era algo de aquello sin dudarlo por eso se sentía tan chulo y seguro cada vez que se dirígía a una chica y trataba de conquistarla, en fin, que en ese encuentro casual y sin más me invitó a salir y yo acepté, quizás por sentirme pretendida, halagada, el punto de atención. Todas esas estupideces que hacen no pensar con la cabeza los resultados que están a punto de suceder. Ya pues, es cuestión de sentirse: "la ya no ya" y punto. No recuerdo qué ropa utilicé, no recuerdo siquiera si hablamos, recuerdo que nos despedimos y la noche acabó allí.

Para las semanas siguientes Marianito siguió insistiendo en salir conmigo.Y bien dice el dicho "El que la sigue la consigue" que después de esperar tres meses este chico y yo empezamos a salir, fuimos novios.

Fue una relación agradable, nos divertíamos, íbamos a bailar, al campo, al pic nic, a montar a caballo. Éramos súper deportistas ambos, esa era la parte que más me agradaba de Marianito. Era bueno, un buen chico; pero la relación terminó tres años después de ese galanteo avasallador, la relación se fue a pique porque yo no estaba segura (segura estuve una sóla vez en mi vida y fue cuando elegí el coche de la Barbie en la Casa Alfredo Chunga).

Como era de esperar a Marianito no le hizo ni puñetera gracia. Me odió, qué digo, me odia aún. Se sintió engañado, suplantado, cambiado. Se sintió miserable y desplazado por la niña que quería trabajar, normal, porque estaba enamorado y le dolió (imagino) la separación, el que no contaran con él. Se llenó de resentimiento y lo volcó contra mi. A los pocos meses intenté normalizar la situación, volver a lado de Marianito pero no quizo. Claro, la señorita no puede tomar a las personas, usarla y tirarlas como objetos, eso es verdad, Marianito tenía razón. Siempre la tuvo. Pero bueno como no éramos novios no importaba ser rollete ocasional. No quería ser novio de nadie pero si quería tener los derechos de rollo conmigo o con cualquiera y yo, yo estaba encantada. Cuando me llamaba yo iba, quedábamos para hablar por teléfono, tomarnos unas cervezas y ya sabíamos cómo iba a terminar la noche. Así siempre, o al menos hasta la última vez en la que dije adiós a Marianito y su postura de galán porno.

Esa última vez estuvimos en una barra de esas de moda, nos tomamos unas cervezas y se fue de canchero en amor. Me dijo que no sabía qué quería conmigo, pero que le gustaba, vamos, lo que había repetido infinidad de veces los últimos 6 años que nos vimos. Conversamos mucho de todo y de nada en particular. Me miraba con ojos vivaces con cara de galán de peli. Yo, por mi parte, en cuanto el camarero puso sobre la mesa la tercera copa de Ballatines, agarré mi bolso, me levanté de la mesa y le dije: me voy. Marianito intentó tocarme el brazo e impedir que me fuera y yo, con cara de desidia, le dije: No va más, ya no soy la persona que buscas. Adiós.

En casa, sola, con una copa del mejor vino que puedo encontrar en las grandes superficies comerciales, llámese Auchan, me senté a pelear con el Excel y con el ordenador. Cuando se hacen negocios todo se explica con números, cuando se hace un viaje también se explica en números, según lo que salga o te vas a la casa de tu tía o te vas a dar la vuelta al mundo, consideré que el Excel iba a ser mi nuevo buen amigo en cuestión del corazón y aunque mis situación no se explicaría en números, al menos ya había matado la noche con algo de distracción.

Hice dos tablas: Una la titulé "Lo bueno de M" y la otra "lo malo de M", y me asombré del resultado.

Marianito es listo.
Marianito es simpático.
Marianito es trabajador.
Marianito se divierte.
Marianito gusta de lugares divertidos.
Marianito tiene planes.
Marianito me quiere, se enamoró de mi.
A Marianito le gusto.
Marianito es deportista
A Marianito le gusta la gente.

Y sí, todo eso era Mariano hasta que hice la lista de lo malo aquello que me hizo reflexionar y echarme para atrás.

Marianito es listo, pero en lo que le conviene, en ilegalidades el número uno.
Marianito es simpático si eres de los que le cae bien porque la mayoría para él son falsos, menos él, obvio.
Marianito es trabajador, se ha pasado haciendo el mismo trabajo que no le gusta los últimos doce años, renegando cada día de ello sin ponerle solución al asunto.
Marianito se divierte con la gente que quiere porque sino es antisocial. Se divierte entre porros, coca y alguna fanta naranja.
Marianito gusta de lugares divertidos siempre y cuando estén sus amigos y algún porro de por medio.
Marianito tiene planes siempre a corto plazo, no le preguntes de aquí a un año porque no sabe nada.
Marianito me quiere para hacerme pagar que yo le dejara en su momento. Se enamoró de mí en su momento también porque ya no lo está más aunque se crea lo contrario.
A Marianito le gusto mientras no diga cosas que él no quiere escuchar, sino soy una burda, asquerosa, mal educada, grosera y un sinfín de adjetivos más.
Marianito es deportista siempre que sea hacer el deporte que a él le gusta, al gimnasio me acompañó un par de veces.
A Marianito le gusta la gente, si, la gente que vaya a su rollo.

Al final de la noche el Excel me había ayudado, había logrado simplificar en 20 líneas lo que no veía en esa persona. Siempre he exaltado la parte simpática de la gente, de mis amigos, de mis amores, de mi pareja, dejando de lado aquella parte que no me resultaba convincente, aparcándola para después, como no queriendo verla porque me decepcionaría.

Todos tenemos una parte buena y una parte mala, quizás si Marianito hiciera, y alguno que otro más, el cuadro Excel sobre mí podrían encontrar más de 20 quizás 200 líneas de defectos míos, no estoy excenta de ellos porque todos los tenemos unos quizás más otros quizás menos, pero finalmente todos. Lo importante es ver si esos defectos los podemos adaptar a nuestra forma personal de vida, si el A y B pueden funcionar, mejor dicho. Por las virtudes ni que se cuente, mientras más mejor; pero los defectos sin son "muy defectos" es mejor fijarse antes que cometer un error, como decir "te quiero" sin haber analizado, más allá de los sentimientos, rencores, momentos de éxtasis, que hay una persona que tiene ciertas diferencias, que con el tiempo van a notarse más y van a terminar por salir y aplastar cualquier tipo de relación. Asimismo haciendo mi cuadro de Excel me di cuenta que Marianito no era tan guay como yo pensaba. Que no era el mejor en todo y que otro chico también podía poseer las virtudes de Marianito y quizás tener menos de sus defectos; pensé que hice bien levantarme de aquella mesa para disfrutar de una copa acompañada de la soledad de mi casa.

Con el tiempo no he vuelto a ver a Marianito ni siquiera he hablado con él, creo que en su momento él también hizo su propia tabla del Excel y se dio cuenta de todo lo que le molestaba de mí, y me parece bien. Marianito, el canchero, sólo buscaba satisfacer su ego cuando se encontraba sólo y yo me había convertido en la persona con la que podía pasárselo bien sin complicaciones porque creía todavía en ese "cariño" que dizque nos teníamos y estaba de por medio, y que tonta yo pensé era el de verdad, y tonto él pensó le ayudaría para hacerme pagar todas y cada una de mis traiciones.

Pocas veces el resultado de una noche había sido tan satisfactorio. Quizá no obtuve una cita completa como resultado: con su galán, el restaurante perfecto y el momento de después, no lo tuve y ni siquiera la rocé; pero aún sin todo eso me sentí tranquila y optimista, contenta y divertida. Había puesto las manos sobre la cintura, girando hasta marearme y cansarme sitiéndome cual Linda Carter superando problemas aunque los míos, todos, todos ellos, emocionales.

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