I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

viernes, agosto 14, 2009

A mis amigos que no irán a mi funeral

Mucha gente ha muerto. Muchos amigos personales han partido antes que yo, se me han adelantado, por lo tanto se han convertido en los primeros que sé no irán a mi funeral. Se han ido dejándome buenos recuerdos y un cúmulo de siempre buenos conceptos sobre ellos mismos. En vida lo de siempre, que tal y cual, algunos mas malos que buenos, un poco arrogantes, pendencieros y hasta un poquito cabrones se podría decir por supuesto siempre con ese cariño que se le tiene a quienes ya no están presentes y, está claro, no se pueden defender ni hacernos cambiar de opinión. Muertos, unas buenas personas, excelentes amigos, el mejor concepto aún cuando tres metros bajo tierra no lo hayan podido escuchar.

Los otros que no irán a mi funeral son los amigos a los que he asesinado yo misma, a los que he matado con el yugo de mi olvido. Me he deshecho de la carga de tener que llamarlos, buscarlos, escribirles o simplemente acordarme de ellos, y lo confieso que lo he hecho por falta de iniciativa pero más por una desidia por la cual me he dejado llevar complacientemente, todo hay que decirlo, y que confieso, con férreo convencimiento, que no me ha costado nada despojarme de la responsabilidad de ser una buena amiga lo que me ha llevado a perder muchos más de lo que algún día imaginé llegaría a perder.

También es cierto que durante mucho tiempo me cansé de buscar a estos amigos a los que he terminado por matar. Les escribí, les llamé y a algunos incluso visité, no una sino muchas veces, insistí en que me interesaba su vida y me preocupé porque estuvieran bien pero no encontré finalmente ninguna correspondencia de su parte así que me animé a asesinarlos y a desaparecerlos de mi panorama filial para siempre.

Con esto no quiero justificar mis asesinatos y limpiar mis manos cargadas de delitos y de olvidos, para nada, sólo quiero que quede claro el porqué de estos siniestros acontecimientos. Que sepan que no me creo culpable del todo al cien por cien. Aquí todos somos culpables, ¿o no? Yo creo que sí. En primer lugar el asesino, por osar aniquilar, y en un segundo lugar la víctima por provocar la situación.

Partimos de la base de que los amigos se buscan, que la personas que comparten ese “algo” en común se retroalimentan continuamente, una y otra vez, comparten momentos, energía y demás historias convenientes a ambos, que por eso son amigos. Sin embargo hay quienes se han acostumbrado dentro de la relación, bien llamada amistad, a que lo o los busquen siempre, esto es, no procesa la simbiosis aquella de “yo te doy, tú me llamas alguna vez”, o la de “te mando un mail y tú me respondes aunque sea tres días más tarde”, o simplemente un día incierto enviar un sms de “hoy me acordé de ti”; ya no digo aquello de que esté pendiente del otro día y noche, semana tras semana, seguimiento estricto de tardes y meses, años enteros, por favor no, qué agobio, pero tampoco creo que la figura de “paso olímpicamente de ti y punto” sea la más acertada para definir a un dizque amigo de verdad.

Así que yo he optado en repetidas ocasiones en convertirme en esa jugadora plus marquista olímpica de “paso de ti” porque sencillamente no te intereso tampoco, aunque últimamente he dejado mi medalla de jugadora para convertirme en la asesina oficial de la relación filial ya y de por sí inexistente.

Ahora tengo pocos amigos, bastante menos que antes, pero bastante… aún recuerdo a los que he aguillotinado con mis propias manos, y me causan lastima los que tengo en el corredor del olvido, a lo mejor esto es sólo una iniciativa de querer justificar lo injustificable, de querer resarcirme de mis homicidios, de querer se perdonada por tales infames atrocidades, sólo una forma de pretender tener alguna que otra persona que se pare frente a mí en mi funeral y diga que al menos le escribí una carta como esta, sin que me juzgue por haber sido una mala amiga. No quiero que nadie, que ninguno que haya pasado al olvido se quede sin saberlo, que lo he olvidado, no quiero justificarme, lo he dicho, pero quiero defenderme. Os he matado porque ya no existíais, los he olvidado porque ustedes también lo han hecho conmigo…

Hasta otra...