I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

domingo, marzo 28, 2010

El efecto del "ser" y "estar": Hace tiempo que no me miento

La ciudad parece dormida. Diría yo que está padeciendo el síndrome de la ausencia, en el supuesto caso de que ese síndrome existiera. Todos han huido de sus habitáculos habituales, comunes y repetitivos, para cambiar por unos días la acostumbrada rutina por un disfrazado fin de semana de relajo y diversión. Así que todos se han ido, han abandonado sus calles. Miro por mis ventanas del quinto piso en el que vivo como Arjona, y no veo más que los árboles tambaleándose de un lado al otro, soportando esa rasquilla friolera natural de principios de abril. Los parques y bares están desérticos, los moradores han huido convirtiéndola en una ciudad fantasmal, se han ido en busca de cualquier cosa, del calor, de la compañía, de olvidar y gastar sus pocos ahorros.

Y yo me he quedado aquí, en medio de este panorama yermo y gris, escribiendo para otros lo que debería ser para mí. Metida entre páginas de libros difíciles, pasando "soledades", probando situaciones, con el único fin de aumentar mi bagaje de experiencias e intelectual, eso me digo yo y encima intento creermelo. Durante estos cuatro días todos están entre amigos y familia, o al menos una gran mayoría, y otros simplemente estamos solos, esperando sacar algo de provecho a demasiados momentos de clausura, excesivos enfocaría, pero que no niego pudieran ser productivos. Y claro, después de mirar a mi alrededor y no verme, menos mal, con un litro de helado, mirando películas románticas, echada en el sofá de mi casa con una bata de dormir a medio envolver y los pelos desordenados, puedo asegurarme a mí misma que las etapas duras y críticas de soledad total las he superado, eso sí no sin antes haber pasado, y repetidas veces, por situaciones infernales de frustración con una botella del más exquisito vino sobre mi mano derecha y el móvil en la izquierda esperando a que alguna alma de buen corazón me llamara para consolar mis emociones. Ahora el helado lo he cambiado por una laptop, la bata la he quemado y la botella de vino... no, esa sigue estando cerca de mi, el móvil... a ese aparatejo ya no le hago demasiado caso, yo creo que el mío está maldito ya que la mayoría de veces solo suena para traer malas noticias.

Pues eso... que mirando la escena desde cualquier punto de vista se puede ver la soledad como: o una putada o, desde el punto de vista positivo, una forma de "estar" mas que de "ser". Y claro dirán muchos, es que no se puede "ser" en soledad se "está" en soledad, pues mira ,mejor me lo ponen, un punto a favor, porque eso significaría que el efecto de "estar" es, gratamente, siempre modificable, transformable, variable y jamás de los jamases perdurable.

Dicho esto me voy a la parte que quería contar aquello de gestionar la soledad. Si lo vemos desde el punto de vista de es "una putada", ya la hemos jodido, no habrá nada que nos saque de nuestros pensamientos patéticos e impuros que nos repiten a nosotros mismos que no somos tan guays y que por eso no tenemos novio ni amigos ni nada que se le parezca cerca. Los nubarrones se apoderarán de nuestro cuerpo, y como tormenta a punto de empezar, explotarán en gotas de amargura y aflicción al interior nuestro. Resultado: el litro de helados, subiendo y bajando kilos, agrios, más sólo aún si cabe. ¡Patética estampa!

¡La visión positiva me gusta más! Hay quienes no pueden ir al cine sólos y ya no digo ir a un restaurante y pedir una mesa para uno, mucho menos ir a una disco, entrar sólo por la puerta y pedirse una cerveza sin conocer a nadie, y lo de viajar solo es una cosa de no pensarlo. A mi me ha pasado muchas veces, vamos, lo he hecho muchas veces y pues, es lo que hay. Si estoy esperando a hacer amigos en cualquiera de los sitios a los que voy, en los que vivo, estoy de paso o por no más de dos meses de ningún modo hubiera conocido a nadie de quedarme en casa. Si, las primeras veces fueron difíciles, ahora ya no lo es tanto, pero es que un día decidí cambiar las películas románticas de casa por una vida social allí afuera porque sencillamente la visión positiva me valía más la pena que cualquier otra opción por demás temerosa e infantil.

La soledad es buena para conocerte. Muchas veces he conversado con personas sobre los efectos de estar demasiado tiempo solos, y muchas veces también me han descubierto que no se han soportado ellos mismos. No me lo podía creer, pero luego pensándolo no me pareció del todo absurdo. La soledad es la manera más eficaz de conocerse a uno mismo, de escucharse, atenderse, mimarse. Ahora bien, no me refiero a estadios amplios de soledad porque eso te convierte en un ermitaño inaguantable pero si a procesos normales de soledad, en la que simplemente estás, y sobre la que tampoco te has planteado cómo llegaste hasta ella. La soledad permite escuchar los propios pensamientos y puede ser que al escucharlos no puedas con ellos ni los aguantes como creías, luego te pones a pensar porqué estás sólo otra vez, tal vez caigas en la cuenta que los demás tampoco podían con tus pensamientos y decidieron salir por la puerta de enfrente de tu vida filial, con lo cual te has marcado un paso grande: te estás conociendo.

Así pues la soledad nunca es una soledad en general siempre existe alguna víctima que nos escuche, ya sea en la cola del supermercado, en la disco a la que fuiste sola, etc. al final no estamos solos de verdad, es sólo un sentimiento que, menos mal, va y viene. Es transformable, modificable quizá más con nuestra conducta más que con otros remedios. Seamos nosotros los que llamemos, ¿Por qué tienen que ser los demás? y en el supuesto caso de no conocer a nadie y no tener a nadie hay que gestionar la soledad pensando que es sólo un momento que, afortunadamente, no será eterno.

Y eso, cuando decía que hace mucho que no me miento es porque hace mucho que dejé de disfrazar la realidad, la que no me gustaba, porque he aprendido a reconocer los momentos de soledad, aceptarlos como tal: "momentos" nada más, sacarles el mejor provecho sin sentirme fracasada o, simplemente, agobiada, enfocando mi energía en actividades que me suponen satisfacción como ahora en que les escribo, generando productos y pensamientos positivos y sonriendo porque tengo lo que muchos no tienen ni tendrán: Tiempo para mí, sólo para mí.

Hasta otra!