I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

jueves, mayo 17, 2012

Lavando mis trapos sucios fuera de casa.

De pequeña nunca aprendí a nadar.
Tamaño problema! Era de preocuparse cuando de pequeña no hacía otra cosa que ir al  Country Club o al Club Grau y no podía meterme a la piscina porque tenía un terror supremo a morir ahogada entre meos y otras sustancias indeterminadas de niños que controlaban con soltura nadar de una calle a otra sin asomo alguno de problema. Yo, que de sumergir la cabeza sabía muy poco, procuraba no moverme de donde mis piececillos tocaran fondo. ¿Y me dirán que no era un problema?,¡Pues claro que lo era! Estamos hablando de Piura, de casi 35 grados de calor en verano y 25 grados en invierno, solución práctica: Quedarse al pie de la piscina, sentada con los pies dentro del agua y punto.

Las bicicletas no fueron hechas para mí.
Ni nada que llevara ruedas. Aún recuerdo los trompazos que me llevé con los patines de cuatro ruedas, los antiguos no los de línea. Recuerdo una vez que me pegué tal golpe en el consultorio de mi papá que los ojos de mi viejo se abrieron de manera desorbitada, acto seguido mi mamá me dio un coscorrón por lo torpe y tonta de mi caída... y es que esa era mi mamá, vamos, el golpe en sí no dolía tanto por la caída sino por el "guantazo" que luego aterrizaría desde la derecha de mi vieja. Yo creo que ahí empezó el problema a todos mis males. Las neuronas se tocaron un poco y de allí en adelante no ha habido forma alguna de frenarlas... si, empezaron a deteriorarse y de muy mala manera.

Cuando tuve la bicicleta, que a todo esto Queta me la compró, yo fui la más feliz, mi madre no, y como no podía pelearse para toda la vida con su hermana mayor terminó aceptando que me la quedara... Sí, una bicicleta azul que sólo podía manejar una vez al mes y como mucho dando la vuelta a la Iglesia San Sebastián. ¿Hello? ¡Cómo osas tener una bici y no usarla! Ya, pero ustedes comprenderán que entre la calle Moquegua,  la calle Cuzco y la Arequipa demasiada zona verde no había, era muerte fija o al menos eso pensaba mi mamá; así que contra todo pronóstico aún teniendo bici no aprendí a manejarla... (Y si, me pasé la infancia dentro de casa divirtiéndome con las barbies y viendo Candy y Lady Oscar, ¿Y qué?)

Nunca fui de viaje con mis amigos.
Lo máximo que hacía era salir de casa y no llegar hasta muy pero que muy tarde, o muy temprano por la mañana como se le quiera decir, pero eso de irme tres días por allí con "amigos" de hormonas alborotadas y altamente peligrosas nunca lo hice. Cierto es de decir que tampoco me llamaba la atención, si tuve que perderme algún día fue con ... y también con ... si... (sonrisas) pero perdidas inocentes todas. 

Yo con amigos no fui nunca a ningún lado, en mi álbum de recuerdos no tengo ninguna foto... para ser sinceros hace mucho tiempo que perdí ese álbum de recuerdos, pero estoy segura dentro de mis memorias que no gocé de la experiencia de estar fuera de casa haciendo maldades en otra ciudad con adolescentes desenfrenados. Segurísima que no! Me he perdido de esa parte, por eso ahora me las estoy cobrando todas.

Mis pechos por más que intenté no crecían, no crecían.
Qué dolor de cabeza! Siempre me aluciné con unos pechos súper grandes, "chicholinezcos", enormes, pero por más ejercicio que hiciera no había forma de hacer que eso aumentara de talla. Hacía flexiones, cruzaba los brazos estilo ruso y empujaba los músculos, que cremas para aumentar, que cremas para ponerlos en su sitio. ¿What? ¿En su sitio? ¡Pero si no tenía pecho! La ropa era la única que podía disimular mi frustración porque después de mucho tiempo, que podría considerar años, y viendo lo que veía de los pechos de mis hermanas era más que probable que yo, me gustase o no, corriese la misma suerte:  Ser nadadora (nada de pecho). Fue algo realmente desastroso sobre todo si a tu alrededor tus amigas y compañeras de clases se prodigan a raudales en mamas que no tienen forma de contener en ninguna talla de sujetador conocido. ¡Joder! ¿Por qué unas tanto y otras tan poco? aún no lo comprendo.

Clases de Charm
No sé cuántas veces fui a clases de Charm. No logro enumerar en mi  memoria las veces que tuve que repetir como loro el número de copas de una mesa, los estilos de servicio, las posturas para señoritas y todas esas lecciones que no sé porqué venían a cuento aprender. "El arte de ser mujer" se llamaba el curso. ¿Alguna también las dió? Luego de salir súper aprendida en todo aquello me convertí en victimaria,  terminé dando las clases como profesora de un instituto de Piura a "pendejas" de dieciséis años que no tenían idea de nada, ni de comer correctamente o dar las gracias como Dios manda en esta nuestra sociedad de reglas de urbanidad. He de confesar que alguna vez me sentí rara por esto, diferente. ¿Rara?  Ufff extremadamente rara resaltaría.

Aún con todo esto:
No me sentí nunca una persona incompleta porque lo que entendí cuando me di cuenta de mis "faltas" es que tenía la oportunidad de aprenderlas durante la aventura de mi vida y así lo hice.

Al día de hoy:
Me inscribí en clases de natación. Después de andar por Assuan llegamos al mar Rojo (Egipto) en dónde hicimos buceo hasta hartarnos, allí descubrí que me gustaba la sensación de libertad que el mar me brindaba, a partir de aquí todo cambió hasta hacer el Rescue Diver en Mallorca con Josué mi instructor de submarinismo. Ahora nado, buceo y me muevo como "pez en el agua" nunca mejor dicho.

Aprendí a montar bicicleta, incluso tuve que trabajar montada en una bicicleta. ¡Quién lo diría! Me gustaría comprarme una pero no tengo espacio suficiente dónde meterla. No se me hizo difícil aunque he de reconocer que aún sigo intentado lo de los patines...mmmm... el scooter vale como patinete? porque ese sí que lo domino.

No he hecho más que ir de viaje con y sin los amigos: capitales, montañas, selvas y retos. Mogollón de experiencias y de risas nos hemos llevado cuando hemos coincidido no sólo viajando sino viviendo juntos por temporadas allí por donde nos haya tocado estar. Seguro no serán las mismas experiencias que las de la adolescencia pero os puedo asegurar que no tienen desperdicio.

Los pechos crecieron... (Sonrisa)
Moraleja: En esta vida todo tiene solución y en cuestión de cirugías estéticas podemos encontrar soluciones muy, pero que muy grandes.

Y finalmente si he de confesarles algo ahora mismo no sé muy bien qué es el Charm en España. ¡Un gran misterio! Yo, en esas aparentemente insulsas clases para señoritas, aprendí muchas cosas que al día de hoy me sirven para no ser una "salvajita" del mundo. Aprendí normas de urbanidad entre ellas, y sino la más importante, a dar las gracias y a tenerlas de recibo. A las respuestas propias del GRACIAS. Aquí existe una ausencia del Por Favor, del Gracias, del Disculpe, etc. Es normal que ni te las den (digo las Gracias) y si tú, con tu educación con o sin Charm, las das acto seguido te responderán YA. ¡Absurdo! ¿Cómo que YA? ¿No se supone que debemos de responder DE NADA? Seguro que habrá quienes se rían de esto pero en el reírse está el menosprecio a la formación. Señores, que no se nos olvide que YA no es una respuesta, YA no significa nada, en todo caso si es algo no es otro que un síntoma de una pésima y lamentable educación que pulula entre nosotros, a vista y paciencia de todos, como lo más normal de lo normal.

GRACIAS.

Chavo: "No hay de que sono más de papa"
Don Ramón: "las que te adornan"


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