I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

martes, septiembre 08, 2009

Desastres

Pese a lo mucho que lo intento sigo sin superar el temor a las arañas. Hoy estuve acariciando una por error y padecí de un serio ataque de horror con ganas de vomitar incluidas. No me gustan las arañas y dicho sea de paso tampoco me gusta ninguna clase de bicho. No me gusta lo que tiene forma extraña y encima se mueve con soltura cerca de mí

Hace un segundo mientras trabajaba me he llevado un susto, miraba la pantalla, acariciaba el ratón (mouse) sin darme cuenta que entre mi dedo índice y las teclas del ratón había una araña dispuesta a comerme el dedo, a la que yo acariciaba con ternura mientras movía de un lado a otro el cursor en la pantalla. Ahora pienso yo “menos mal que no se me dio por hacer un clic” porque ahora mismo tendría entre mis uñas a la que hubiera sido la desafortunada víctima.

Los animales me vacilan, los perros y los gatos. Los perros más por eso de que creo que los gatos son de la casa más no del dueño. Un perro mueve la cola, te espera. Un gato te espera pero para comer y con mucho arte desaparece hasta la cena sin ningún cargo de conciencia. A todo esto: ¿Los animales tienen conciencia?

Yo no tengo mascota, no tengo tiempo tampoco para tener mascota; pero de tener una sería un hurón porque me gusta la forma y porque se liga mogollón con un animal de esos por la calle. También se liga con un niño pero va a ser que eso es demasiado.

Otro trauma no superado son los aviones. No me gusta volar. Si claro dirán ustedes, lo disimulo muy bien… y pues si, soy de las que va con escapularios de vírgenes varias atadas al cuello, soy de esas de las que se acuerda de la religión en esos momentos los cuales considero cruciales y, como no, peligrosos (Cuentese en ellos: dar exámenes, recoger pruebas de sangre, etc, etc, etc.)

Para mí no hay peor lugar que los aeropuertos, son aburridos, fríos y tensos. No me encuentro plácidamente distendida en uno, cargo libros, mp3 al cuello, revistas del coure, de moda, psicológicas (supera tus miedos) y un diario del día para hacerme la intelectual por si hubiera que hacerse la intelectual. Pero nada, absolutamente nada logra relajarme al punto que llegue a disfrutar del vuelo. Y si ese vuelo va pa arriba y va pa abajo ya puedo meterme una pepa desestrezante que sino arranco el posabrazos en señal de desesperación y nerviosismo siempre inofensivo. Debo reconocer que con el tiempo voy adquiriendo habilidades para superarlo como el hecho de tomarme una pastillita o mejor aún beber algunas botellita de esas de vino malo o alcohol barato que suelen venderte como si de Möet & Chandon se tratase, resulta una terapia un tanto cara para el bolsillo pero efectiva sino quiero pasar una crisis durante el landing en mis vuelos.

Otro de mis puntos traumáticos es que no me da por pensar en el mañana o como quieran llamarlo algunos en el futuro. Me da flojera, pereza, me da… de todo, vamos, que es en lo último que hago cuando me levanto y por supuesto cuando me acuesto. No suelo entretenerme con historias que planifico y que no sé si haré realidad o no. Si he de hacer planes son de tres o 4 meses como mucho ¿Anual? hace mucho que no sé que es eso. Por este motivo siempre me pilla el toro (como diría Zigor) porque según él tengo que planificarme, hacer mis papeles de los pro y los contra, analizar la situación para determinar que es lo mejor y lo correcto. BUAAHHH, pienso pero no se lo digo, si tuviera que hacer todo este procedimiento ya me hubiese cansado antes de empezar, eso es demasiado.

Otro punto que no supero son los papeles de mi casa. Y no, no hablo de los papeles del baño ni los del banco, hablo de aquellos que siempre os he dicho que están debajo de mi cama. Llevan medio año aparcados, deseando a ser leídos o simplemente barridos, desechados pero yo sigo pasando olímpicamente de ellos, no los miro ni mucho menos los leo con interés. Tengo tantos que podría empapelar alguna pared. Barro por encima de ellos y los vuelvo a colocar estratégicamente para no olvidar su cronológica creación. Ahora vivo con una libreta que me regalase Lorena y me ha hecho la vida más fácil; pero lo del papelito rápido, rasgado, de producción a media noche no me lo puedo quitar de encima, sólo espero que la otra mitad del libro que estoy escribiendo salga finalmente de ese resquicio de ideas que nacen con fulgor a altas horas de la noche.

Aviso: Si alguien quiere venir a mirarlos y a leerlos conmigo os lo agradecería muchísimo, prometo una botella de vino, una excelente conversación y dejo se burle de mí por si hubiera material para hacerlo, que no lo dudo.

Lo de los papeles es uno más de una lista larga de cosas que hacen que resulte desastrosa sin quererlo. No estoy abonada a ninguna empresa de luz pero a este paso me darán acciones. No puedo evitar dejar las luces encendidas por donde pase, los aparatos electrónicos conectados. La plancha es mi cruz, tengo que confesar que en repetidas ocasiones he tenido que volver sobre mis pasos para comprobar si la he apagado o no, al igual que las hornillas de la vitrocerámica, en más de una oportunidad me he quedado dormida con estos dos dando calor a tope. Así que ahora mismo entro y salgo de casa dos veces por si las dudas.

En fin… yo creo que no soy tan terrible como me lo creo, al menos en eso lleva el listón Arantxa. Amiga eres imbatible en esto de llevar la cabeza fuera de los hombros y hacer grandes locuras; pero muy a mi pesar te voy siguiendo los pasos. No pienso contar ninguna otra actitud nefasta de mi parte porque me da que luego no vais a querer ser mis amigos ni invitarme a vuestras casas, y me parece hasta lógico.

Hoy he acariciado una araña y he pasado un mal rato así que para relajarme decidí subir este artículo y ha sido una buena idea porque por el momento ya me encuentro mejor.

Hasta otra.