I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

miércoles, marzo 16, 2011

Cosillas de andar por casa

Encontrome detenida, paciente, enzarzada en una conversación conmigo misma, desatendiendo al resto de populosos que pasan a mi derredor dejándome pequeños empujones como quien quiere ocupar toda la calzada, con exuberantes compras matinales y enfrascados en pensamientos tan personales como los míos mismos. Acalorada me desprendo de mi chaqueta, y sigo ahí hundida en lo más profundo de mis reflexiones todas ellas sobre lo que siempre quiero hacer y que nunca termino por concretar. Parezco una boba amparada sobre la sombra de un raquítico árbol, me deshago de la pereza y enrumbo a mi casa cavilando como de costumbre, maldiciendo a todos los dioses, incluso al del Opus Dei porque no consigo dar un dictamen sobre mi vida ni siquiera desesperado.

La calidad de vida, de mi vida, ha mejorado dirían algunos. Es tranquila, si eso es mejorar, pues entonces ha mejorado; para mí ha empeorado en los últimos tiempos. Tendencia del ser humano a buscar siempre lo que no se tiene; aunque a decir verdad no suelo quejarme muy a menudo, al contrario, he de reconocer que he sido afortunada si algo honesto he de decir, lo que sucede es que estoy enferma y soy conciente de esta enfermedad que cada vez me quita mas orillas de sueño en mi intento por hallarle una solución a mi dolencia. Padezco de un síndrome de monotonía incontrolada cuyos síntomas son pequeños grados de fiebre emocional acompañados de unas escasas ganas de no hacer absolutamente nada: No quiero estudiar, no quiero trabajar, no quiero sexo, no quiero hacer la cama ni comer absolutamente nada saludable.

Quiero ser mala y fumarme todo el tabaco del mundo, beberme las botellas de vino que adornan la estancia, llámese living room, del piso de playa en el que vivo. Vamos, quiero ser como nunca he sido, quiero encontrarle gusto al mundo sin obligaciones. ¡Basta ya de preocuparse por lo que viene, si al final no saldremos vivos de todo esto! Hay que disfrutar más de lo que nos gusta y dejar la seriedad para los que se sientan felices en esas cuestiones. Quiero dejar de ser responsable para sentirme más relajada, incluso más que ahora.

Me gustaría vivir de la literatura, retirarme a otra casa de playa en donde no hubiese demasiada contaminación, ni gente por las calles. En donde pudiera tomarme todos los antihistamínicos no prescritos para echarme a dormir por muchas horas, que no sedantes que son aditivos. En donde no se hablara de política ni de Rubalcaba ni lo mal que juega el Real Madrid y lo mucho que gana el Barça, en donde no lleguen pateras ni ningún terremoto asole algún país oriental, donde con mis pensamientos que son mas bien sólo míos no estrese ni moleste a absolutamente a nadie. En donde pueda apreciar las tardes de sol y contemplar el mar hasta quedarme dormida.

Quiero poder escribir unos cuantos libros famosos que se vendieran como churros, con títulos inolvidables, con historias fantásticas para lograr una satisfacción personal pero sobre todo para poderme retirar joven de trabajar, vivir de las rentas y no preocuparme jamás demasiado por el dinero ni por nada en especial, sólo por lo que voy a escribir y entretener a los demás.

Quiero un novio, que no un marido. Un novio sin madre, huérfano de carantoñas maternales. No quiero suegras a las que se les tenga que ir a visitar, no quiero más familia que con la mía es suficiente. Quiero un novio que no haya leído mi blog porque no tendría respuesta para algunos artículos que he escrito disfrazándome en seudónimos e historias de terceros. Si tuviera un novio espero que al muy pendejo le guste y mucho la música de Janis Joplin, Marvin Gaye y al insoportable para algunos Luis Miguel. Quiero poder ir a hacer snorkeling con él y que no quiera tener sexo todos los días porque no hay nada que le quite más encanto al sexo que eso de tener obligaciones maritales por esto de que el matrimonio conlleva una serie de estrictas obligaciones. Quiero un marido que sea siempre mi novio para no tener que aburrirme de él.

¡Deseo un hijo! Un hijo al que llamaría Gael, como el actor mexicano. ¿Por qué? se preguntarán algunos y ¿Por qué no? respondo yo! Quiero un hijo pero quiero un hijo sin padre. No quiero tener que compartirlo ni contradicciones en su educación. Que se eduque sólo y que sea mucho más listo que yo, eso fácil. Que sea varón, inteligente, decidido y con ganas de conocer el mundo. Que no se quede quieto nunca. Que no quiera estudiar y que sea lo suficientemente inteligente como para no hacerse demasiado caso cuando no deba. Que quiera probarlo todo, sacarse la duda de si es gay o no. Quiero un hijo atrevido, fuerte, deportista e ingenioso. Que le gusten los triatlones y salir de vez en cuando conmigo a tomarse una cerveza. Que sienta envidia de lo que los demás logran para que él también luche por alcanzarlo. Que no dude de sus inquietudes, ni de la palabra de los buenos amigos. ¡Que tenga palabra! Y que un día me pregunte por su padre para tener que mentirle que fue el gran amor de mi vida.

Y como no se puede vivir sin amor, deseo estar siempre enamorada porque sin amor se vive mal y lo que yo quiero es vivir bien pero muy bien. No es mi intensión hablar de esperanzas, me gustaría quitar esa palabra de mi vocabulario, anularla, comprimirla porque para mí la esperanza es quedarse sentado esperando a que las cosas ocurran, sucedan porque sí, y eso no me vale para nada, no me sirve. Desestimo la esperanza y la mando a la mierda.

Es poco serio y anárquico, pensarán algunos, pero es la panacea de la tranquilidad, mi panacea, mi endorfina. Y yo quiero vivir tranquila, como hasta ahora, pero mejor, paseando en bicicleta, haciendo deporte, viviendo a pie de playa, controlando el flujo de gente a mi lado, escribiendo y ganando por ello, con un buen hijo, si se puede un amor, sin esperanzas, pero si con realidades. Con pequeñas dosis de dolor para entender y saber lo que es el bienestar. Si todo esto, lo descrito en líneas anteriores, es poco serio deseo con inquietud ser irresponsablemente informal y que nadie, absolutamente nadie, se atreva a hacerme aterrizar de este fabuloso afán.

Lessar