I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

jueves, enero 15, 2009

La vida en ...

Estaba en el autobús que diariamente tomo para ir a la universidad de Deusto, en Bilbao, reflexionando acerca de diversas formas y conceptos de vida que existen y lo que la gente hace y deja de hacer dependiendo de la cultura y la sociedad en la que se vive. Y resulta que haciendo un balance de los lugares en los que he tenido la fortuna de vivir, a los cuales no volveré seguramente y si lo hago será como una turista mas no como residente, descubrí que tenían una característica en común: El miedo.

Nací y viví en Perú, allí el terrorismo era cosa del pan de cada día. Crecí en un país realmente impresionante pero en medio de noticias penosas sobre muertes y una mal llamada "guerra del pueblo", entre un creciente y temible "Pensamiento Gonzalo" instaurado en universidades varias de mi país.

Ya adulta me voy a México en donde puedes hablar de todo pero hacer poco. Siempre he creído que tienes que ser muy de México para vivir en México, si ya para unos es difícil cambiar de país y adaptarse a El con todas las políticas que ello conlleva, imagínense adaptar la vida a una forma de país en la que la vida cuesta menos que un peso, en el que puedes morir, ser violado o secuestrado por poco o absolutamente nada.

Con el tiempo llego a Sao Paulo y me alegra el calor y el buen ánimo de la gente; pero la tensión de vivir allí no cambia ni dista mucho de ser diferente que vivir en el Distrito Federal Mexicano. Rodeados de favelas, con una problematica social que los empuja a robar y matar por dinero, y una política socialista que no ayuda al extranjero sino que lo condena a volver sobre sus pasos y volver a su país. Así que vuelvo a España y me siento a salvo, pienso que eso del miedo a decir lo que uno piensa es cosa del pasado y que aquí no suenan bombas ni hay pensamientos extremistas pero... ¡Caso extraño! porque aquí no será lo mismo pero hay ciertas características que son muy parecidas y sobretodo me doy cuenta que la mayoría de gente no habla de ciertos temas.

Mi práctica diaria de vida empieza en el País Vasco. El barrio en el que vivo es bastante abertzale, que en lenguaje coloquial quiere decir que muchos de ellos son simpatizantes de organizaciones nacionalistas vascas algunas de ellas ilegalizadas por su relación con el grupo terrorista ETA. Y por la noche, hay quienes no dando la cara, porque al parecer no hay valor para darla, cuelgan pancartas o hacen pintas en los parques, calles y esquinas. Pancartas, pintas, panfletos pro ETA, lanzando consignas de libertad al País Vasco. Me recorre un escalofrío por el cuerpo sólo pensar en ello.

Yo no entiendo muchas cosas, ni jamás he querido opinar de política porque sencillamente no me gusta la política pero hay prácticas urbanas que ya no me gustan demasiado, que encrudecen mi barrio y me hacen sentir insegura. Y me dan ganas de ir allí y arrancarles las pancartas pero no de noche sino de día porque yo no tengo porque esconderme, y que se entere quien la puso que no entiendo su pensamiento radical-separatista, aunque en verdad, si les confieso... sí tengo miedo....

Cada día tomo el tranvía para ir a la universidad y me toca dar una vuelta por el centro de Bilbao a la altura del terminal de autobuses de la ciudad y no lejos de allí hay una glorieta. Una glorieta que colinda con la eitb (euskadi televisión) y cada día miro sorprendida el forado que ha dejado un coche bomba que puso la banda terrorista ETA hace dos semanas y que llego a explotar sin dejar víctimas afortunadamente.

Y me hace recordar el penoso ataque que el mismo grupo terrorista perpetro en Madrid en la T4 (aeropuerto de Madrid) un día antes de que llegara de Perú y del cual puede ver sus consecuencias en vivo y en directo, esto hace ya más de 3 años. Y como hace tres años aún me confunde la realidad, no determino las luchas de unos y las luchas de otros, los fanatismos absurdos y la mediocridad de otros.

Entonces mientras venía en el autobús entendí que la violencia podría no estar en todos lados y por qué durante tanto tiempo me había alejado del mundo, apartado a un pueblo pequeño, con buen clima y sin gente fanática a mi alrededor porque allí en esas orillas en las que tantas tardes pasé no hay políticas, no hay enfermos de odio ni mucho menos bomba alguna. Porque en aquel pueblo todos somos de fuera y no buscamos nada de pertenencia, somos de todos lados, no somos vascos, ni españoles, ni catalanes, ni emerretistas, ni senderistas, ni favelistas, ni mercenarios. Entendí y eche de menos esa vida. Entendí que la tranquilidad no tiene precio, que lo demás es lo de menos, y que a veces no es suficiente con ganar dinero, ya sea mucho o poco, sino con poder disfrutarlo en paz.

Lessar.

Foto de Eitb. Bilbao
Foto de pintas en paredes de mi barrio. (Dice: romped las cadenas internas. Haced frente a los miedos internos. Uniros a la lucha. Arriba ETA)
Foto de la T4. Madrid

Lo sorprendente es que cuando tomé la foto de mi barrio no fui muy bien apreciada que digamos... y con las demás tuve que hacerlo casi a escondidas.