I Tego Arcana Dei

Un espacio como cualquier otro para dar rienda suelta a los pensamientos, a la imaginación, para comunicar y ser leído, analizado por algunos o simplemente ignorado por muchos. Lo importante es intentarlo y quedar a merced de quienes creen en uno y nos dan el voto de confianza; y demostrar que mas que un trabajo es un compromiso para con el lector. LESSAR

martes, enero 06, 2009

El salto y el jetlag

Isaac tuvo la culpa. Para ese entonces mi pobre cabeza loca no paraba ni por un segundo de girar y andar de un lado al otro como una veleta que no sabe conformarse con la pasividad y la gloriosa vida tranquila y confortable. Fue un año difícil pero intenso. Ya había pasado de un lugar a otro, los saltos en la geografía española fueron bastante radicales aunque en el trabajo seguía todo como siempre animaba y bailaba por la noches inquietando a un público hotelero con ganas de pasar las vacaciones de sus vidas.

Aquel 2005 fue intenso, ya lo dije... De Perú, a San Sebastian, Lanzarote, Barcelona, Salou, Conil de la Frontera en Cadiz y, finalmente, antes de terminar el año ya estaba en Mallorca dispuesta a sacrificar mi vida por el arte y el dinero, todo sea dicho. Así que me encontraba en un momento un poco absorta del mundo real, mi vida iba e iba, no iba y venía, jamás volvía al mismo sitio no sea que me diera por quedarme como me estuvo a punto de suceder en aquella playa del Palmar en Cadiz.

Conversando con Isaac, un ex recepcionista del hotel en el que trabajaba, me dijo que la experiencia más increíble por la que había pasado era "El salto". Al comienzo no entendía de que salto hablaba... de que se trataba, así que decidí investigar entre palabras que significaba aquello del salto porque si era divertido entonces yo también quería saltar. Raquel y yo decidimos y entendimos luego de charlas varias entre copas y noches de encierro en el único bar de la Colonia, en ese entonces el San Foss, que debíamos prepararnos para el gran salto.

Para ese entonces era noviembre, mi temporada de baile y animación había terminado, el hotel cerrado sus puertas y mi cuenta bancaria había visto crecer sus números de una manera abismal. Hice una llamada de teléfono y separé dos plazas. Inmediatamente hice otra llamada y le avisé a Raquel que en tres días estaba todo preparado para nuestra aventura pero que antes me apetecía ir de viaje por Cataluña y sus alrededores. Volé de Mallorca a Barcelona, aterricé en el Prat a mediodía. Raquel me esperaba allí con una sonrisa y la felicidad brotando por las venas, estaba contenta... Así que sin pensarlo dos veces, le dije: Hoy se inicia nuestro viaje.. haremos una road movie... y no importa si podemos o no grabarla pero seguro lo pasaremos genial y, para dar fin a esta experiencia, saltaremos...

Así ocurrió que con lo poco o nada que teníamos rentamos una camioneta, un par de mantas y nos echamos a la carretera con un mapa que Raquel, aunque se esforzó mucho, nunca llegó a comprender... pero éramos felices así que lo demás era lo de menos. Hicimos muchos kilómetros, dormimos en el coche, pasamos frío del bueno. Fuimos a Lerida, Andorra, y luego atravezamos los pueblos catalanes a fin de llegar a nuestro fin de trayecto que no era otro que Empuriabrava en Girona.

Sin darnos cuenta estábamos allí a punto de dar el gran salto. No sabíamos cómo habíamos llegado hasta aquel lugar firmando que eludíamos de responsabilidades a la empresa de cualquier cosa que nos pudiera llegar a ocurrir... que locura dijeron algunos pero... esas eran épocas un poco de delirio con ganas de probarlo, a cuenta de nuestro propio riesgo, todo tipo de experiencias.

Cinco mil metros. Estaba preparada o quizá nunca lo estuve realmente. Nadie en su sano juicio y como primera experiencia está preparado para ver la ciudad o casi no verla por la presencia de nubarrones, que no nubes, en aquel cielo gris. Entre nosotros y el suelo nos separaban kilometros, las nubes, el viento, el miedo y unas manos completamente transpiradas recordándonos que nunca debimos subir a ese avión que ahora nos obligaba saltar desde aquella pequeña puerta que miraba al vacío.

Pero lo hicimos.... apretando los puños, dimos el gran paso... "El salto" al vacío... Todo aquello pareció eterno como la sensación de estar en una montaña rusa en la que en la bajada has dejado parte de tu alma y tus higadillos en la cumbre, un vacío, apnea pero a la potencia mil.

La caída fue intensa, y con nuestro permiso y acordándolo antes habíamos decidido que el paracaídas se abriría sólo después de un minuto de caída libre, así que por un minuto caímos y caímos y caímos empujados por el peso de nuestros cuerpos, pasamos entre las nubes, pequeñas escarchas de hielo golpeaban nuestros rostros, nuestros gritos no era escuchados y nuestro sentido de la libertad olía a felicidad y sonaba a risas que repetían una y otra vez llegue al cielo, estoy en el cielo y lo hice...

Hoy quería contarles esta experiencia que considero como una pequeña hazaña y esto porque ayer estaba en Jackson, Mississippi y hoy durmiendo en España, seguro echando de menos tiempos de aquellos, sufriendo de un patético jetlag, entonces mi cabeza empieza a consagrarse a una tarea memoriosa en la que hace el recuento de las pocas experiencias satisfactorias de los últimos años, las analizo y os las cuento; porque de repente he caído en la terrible realidad de que estoy a menos de un mes de pasar la barrera de los treinta, lo cual no me deja nada satisfecha sino mas bien un tanto preocupada no sea que me este poniendo vieja incluso para saltar o porque vaya perdiendo con el tiempo las agallas...., y delirando a estas escasas 3 y 26 horas de la madrugada me dieron ganas de dar un salto como el del pasado, pero quizá ya no desde los 5 mil metros, que empiezo a ser mayor para eso, pero si uno que me haga delirar, emocionar, sofocar y porque no transpirar como aquel de antaño, como aquel del pasado, que aún recuerdo y que me dejó los mejores recuerdos y que considero una de mis mejores experiencias...