En busca de Machu Picchu
Ahora, un año más tarde lo estamos haciendo. En este momento me encuentro en el centro de la ciudad del Cuzco, en la av. del sol, escribiendo y plasmando mis experiencias de estos solo 5 días en los que con un grupo de amigos españoles y peruanos hemos recorrido la geografía serrana con sus cordilleras, sus nevados, lagunas y alturas varias.
Ya en Cuzco solo faltaba darle curso a la pastilla del Soroche o bien llamado Mal de altura. A los 2600 es normal que todo empiece a cambiar dentro de tu organismo. Lo que está dentro quiere inmediatamente salir fuera, la cabeza duele como resaca dolosa después de 5 días de juerga malsana, la falta de oxígeno es una "putada", el cansancio una pesadilla y mejor no sigo porque sino no querrán venir jamás de los jamases. En fin... con una doctora dentro del grupo es más sobre llevable el asunto, ya que es la que en principio puede socorrernos a una mala que nos sintamos realmente "jodidos". Lo preocupante era que esta doctora, que es mi hermana, sufre de ataques de asma y ya venía con inyecciones encima así que estábamos en plan de quien cuida a quién. Bueno, el mal trago pasarlo pronto o como mucho no hacerle demasiado caso, así que empastillado todos empezamos nuestro viaje Ruta Salkantay.
Larga y difícil noche fue aquella, imposible dormir, no podíamos respirar como se debe (recordad que somos chicos de costa) Cesar dió vueltas, Heidy lo mismo, yo con la garganta a más no poder de dolor, levantándonos a media madrugada para tomar pastillas varias que nos aliviase los dolores que nos perseguian sin darnos tregua alguna; pero superamos la noche y al día siguiente continuamos nuestro trayecto. Algunos del grupo se plantearon la posibilidad de rentar mulas que les ayuden a cruzar uno de los senderos más duros de la caminata, así que sin pensarlo demasiado a la mañana siguiente ya tenían a la bestia de lado dispuestos a usarla si o si. Por mi parte yo seguía con lo mío: Voy a llegar a Machu Picchu andando, lo dije y así lo haré.
Luego bajar para ir al siguiente campamento y ya estamos en el segundo día. De los 4,600 bajamos a los 3,300. Unos vomitaban, otros tenían dolor de cabeza, a mi el estómago no me dejaba en paz, algunos maldecían y uno que otro aún con todo esto estábamos emocionados y contentos. Luego de 12 horas llegamos a Kayanpata (3,300) en donde dormimos y nos reímos contándonos historias de pumas y osos que suelen andar por la ceja de selva específicamente por dónde dormíamos aquella noche. Ese día hicimos 20 kms.
Ya en Aguas Calientes a los 2000 msnm la cosa parecía ya irse calmando, todavía no habíamos llegado a Machu Picchu. Algunos ya estaban lesionados, los tobillos hinchados y la mayoría cansados pero... aún nos mantenía el ánimo al saber que faltaba Machu Picchu.
A la mañana siguiente, alrededor de las 4 y 35 de la madrugada encontrome yo con mi linterna y mi ropa de monte con dirección a la cima del Machu Picchu, con la emoción a flor de piel pero con el cuerpo molido de tanto trajín y caminar. Me fue difícil el acceso, atravesé la montaña y subí y subí hasta que después de 1 hora y 20 minutos puede por fin alcanzar la cima, ver Machu Picchu y completar, por fin con mis amigos, los caminos del inca.
Pero esto aún no ha terminado nos falta Puno y el Cañón del Cotahuasi, Líneas de Nazca y de vuelta a casa Piura y Mancora!
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